Archive for the ‘Diario de vida’ Category

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In Diario de vida on 23 octubre, 2005 por santoposmoderno

La gran pregunta que nunca ha sido contestada y a la cual todavía no he podido responder, a pesar de mis treinta años de investigación del alma femenina, es: ¿qué quiere una mujer?
– Freud, citado en Jones: The Life and Work of Sigmund Freud, vol. 2, p. 468

– Me gustaba cuando usabas corbata.
– ¿Porque me la quitabas y esperabas que yo te persiguiera?

Ni siquiera se rió la descarada. Sólo me lanzó una sonrisa de cómplice. ¿Mi cómplice?

– ¿Pretendías arrastrarme a alguna clase de juego sexual?
– Sí –me respondió.

Ja. No esperaba una respuesta tan directa. Nunca frente a una pregunta tan directa. En realidad, mi problema no es ese. Sino que ella sabe que no puede haber nada entre nosotros.

– No me podís decir esas cosas po.
– Sí, sí puedo. Pero parece que el que no puede enfrentarlas eres tú.

Noté ese énfasis en el poder. Es así de simple: si yo le digo que no puedo, le estoy diciendo que en el fondo sí quiero. Que no depende de mí, sino de otra cosa. Y que si esa cosa no estuviera, yo caería en su juego sexual. Puede que haya algo de razón en eso. Pero lo importante aquí es que…

– No se trata de que no pueda. No quiero. No sé si entiendes la diferencia.

No me respondió nada.

– Además, estoy chato de estos jueguitos sexuales del mundo. Todo está sexualizado. Todo es una instancia para seducir al otro. El jueguito con la corbata, los mensajitos de texto, las llamadas perdidas. Sin ir más lejos: el carrete de anoche. Los tipos bailando con las minas con el único objetivo de comérselas. Las minas bailando con los tipos con el único afán de comérselos. Y así en todas las cosas de la vida.
– Pero es que es bakán po. No sé que tanto malo le encontrái. Es rico comerse a un weón. Es rico que te toquen, sentirse deseada, jugar al erotismo. Aparte que lo que me dices es un tema súper trillado. Es lo mismo que dicen en las canciones de reaggeton: "eso no quiere decir que pa’ la cama voy", "pobre diabla", etcétera. Tú problema y el de todos los pseudo-cantantes esos es que tienen la media tranca con el erotismo que igualmente cultivan por otras vías. Porque todo lo que tú me dices son puras palabras. En el fondo subyace el mismo discurso seductor. Pero en vez de engrupirme moviendo la colita, me quieres engrupir con tus ideas profundas y personalizadoras acerca de la vida. Yo te estoy evitando todo ese largo rodeo: tira conmigo ahora mismo y te evitai la palabrería.

La miré con cara de sentirme tergiversado completamente. O de no saber qué decir. O de que me cagó un poco. En cualquier caso, con cualquier cara excepto alguna que le pudiera transmitir mi aprobación de su moción. Y ella continuó:

– ¿Te sentirías mejor si yo me sintiera convencida con tus argumentos de orden superior? Que yo te comprara tus valores anti-sexuales. ¡Por favor! Si al final me sentiría rendida ante tu grandiosa espiritualidad y… ¡me terminaría acostando contigo! Y ahí por fin admitirías una unión real entre nosotros. Porque fue un convencimiento a través del espíritu y no de la carne. Pero te digo: dos personas se hacen una en la carne. Cuerpo y alma es una separación artificial; en verdad no existe tal disociación. Eso es lo que tienes que asumir de una vez por todas: no eres sólo mente. Hazte cargo de tu cuerpo. De tus necesidades. De tus deseos.

No podía creer que ella me estuviera diciendo eso. Que todo un sermón de liberación sexual proviniera de alguien que había sido violada por su padre sistemáticamente desde los 8 años.

O de hecho, sí. Sí podía creerlo. Especialmente si venía de alguien que había sido violada por su padre sistemáticamente desde los 8 años.

– No te la des de sabelotodo conmigo, amiguita…
– Amante. Dime amante.
– ¡Qué! –dije alarmado– ¿Por qué voy a decirte así si tú y yo no somos amantes?
– Sí lo somos. En tus sueños y en los míos. Sé que lo has fantaseado muchas veces. Lo sé. Yo también lo he hecho.
– No puedes saber lo que pasa dentro de mi mente…
– Pero puedo saber lo que pasa dentro de tu carne.

Creo que cuando tu interlocutor se vuelve así de arrogante se vuelve más grande. Y se aplica aquel refrán que dice: «Entre más grande, más fuerte cae». Porque cuando se ponen tan seguros de sí mismos son más peligrosos, pero también más vulnerables.

– ¿Te puedo abrazar?

Cambió de técnica justo a tiempo.

– ¿Por qué no?

Fue una mala respuesta. Lo supe al instante. Pero ¿qué más podía hacer? Si tampoco estoy acostumbrado a lidiar con situaciones como esta.

Ella estiró los brazos y se acercó.

– No, para. Me arrepentí. No quiero abrazarte.

Creo que la arreglé a tiempo. Nadie dice que uno no pueda arrepentirse cuando cree que lo pueda perjudicar. Además no hay mejor forma de desarmar a tu oponente que prometerle cosas que después no vas a cumplir. Hay una humillación inherente al hecho de que te dejen con los crespos hechos.

Miré hacia otra parte. No quería ver su cara.

– ¿Qué harías si aceptara? –le pregunté.

Tengo que concederle algo: y es que en efecto hay una conexión importante entre mente y cuerpo. Una vez que se cede en mente (aunque sea en subjuntivo), es más fácil ceder en cuerpo.

– Le contaría a todo el mundo –me dijo.
– Ja. Pero eso es mayor razón para no querer.
– Es mayor razón para no atreverse.

No me gustó su sapiencia de la economía del deseo.

Silencio.

– ¿Qué hora es? – me preguntó.

Saqué mi celular y miré la hora.

– Cinco para las seis.
– Me tengo que ir. ¿Nos juntamos otro día?

Me hubiera gustado responder cualquier cosa. Pero eso hubiera significado no tener pasado o no querer resolver mis propios problemas existenciales.

– Ya po –le respondí.
– Nos vemos entonces.

Ahora sí le di el abrazo.

La miré unos instantes mientras se alejaba.

– ¡Oye! –me dijo voltéandose–, la próxima vez trae corbata.

Le guiñé un ojo.

Obviamente la próxima vez no llevaría corbata.

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Salsipuedes III

In Diario de vida on 23 septiembre, 2005 por santoposmoderno

Las fotos que habían quedado pendiente de la otra vez.

Se agradece a todos los que hicieron posible este evento. A la Marce y a su tía especialmente. Fueron gratos momentos.

Como siempre.

En general las palabras no son algo que me falte, pero parece que me gusta hablar más de las cosas que no vivo que de las que sí.

Finalmente sobreviví esta semana. Enfermo y todo.

…y mañana es la fecha mágica =)

PS: Saludos para Bion, Daniel, Hopkins, Sesboüe, Kunda, Hewstone, Eagly, Chaiken y todos aquellos que hicieron posible esta semana tal como me tocó vivirla.

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Discurso apologético del Santo Posmoderno

In Diario de vida on 5 septiembre, 2005 por santoposmoderno

Hace más de dos semanas que no le pegaba una actualización a este lugar. Creo que debo disculparme o algo así. Me estaba faltando tiempo para dedicarle a las cosas del mundo. Y, como postulé en una de mis primeras entradas, hay algo en la vida que apremia y que es menester atender.

(Hoy día en clases de Psicoanálisis, Coloma dijo que él subrayaba en sus textos cada vez que un autor da una explicación recurriendo a la palabra algo. Algo es un umbral a "lo real", a aquello incognoscible que se nos escapa del lenguaje pero que ciertamente existe. [Digo esto y me acuerdo eso que decían en los "Archivos Secretos X": The truth is out there])

La cosa es que ahora estoy en PUC. Con una gran excusa para actualizar mi abandonado blog y omitir otra vez los estudios (léase aquí: Melanie Klein). Sucede que finalmente los agentes de AcuñArte han logrado encontrar una de mis obras extraviadas. El feliz texto fue recuperado de las manos de Francisco Valenzuela (nuestro vocal de cultura en CEPS), quien lo mantenía a salvo de la corrupción que el tiempo quería ejercer sobre el manuscrito.

¿Por qué quería recuperar el susodicho texto? Por una razón sencilla. Y es que durante mi ausencia, el cuento aquel ganó un premio en el concurso de la Escuela de Psicología: “La Escuela en 100 palabras”. Por razones que no detallaré en este lugar, pero que se pueden inferir por ahí, yo había perdido el texto original. Y ahora que había ganado un premio, quería tenerlo de vuelta (obviamente). Un poco la historia del hijo pródigo.

Gracias a Dios, se me ocurrió la fantástica idea de firmarlo con otro pseudónimo. Porque de haber firmado como Santo Posmoderno, seguramente no estaría escribiendo esto, ni ahora, ni en este lugar.

Para no alargarme más (porque obviamente ustedes no vinieron a leerme a mí), los dejo con el galardonado cuento. Pero antes quisiera aprovechar de agradecer a toda la gente que comentó en mi entrada anterior porque fueron generosos con la tinta (o con el teclado) e interesantes en general.

Además a todos mis demás lectores. Que son muchos más de los que yo creía. En estas dos semanas que dejé de actualizar este espacio, las visitas descendieron dramatically.

Sin más que decir, reciban mi inmaculado saludo,
El Santo Posmoderno.

PD: Para aquellos que –de pasada– quieren ver el texto que leyó Coloma en sus clases de Psicoanálisis (que era mío también), pueden revisar la entrada del 11 de julio bajo el subtítulo “Teoría Psicoanalítica”.

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Ni Starbucks ni con piernas

In Diario de vida on 12 agosto, 2005 por santoposmoderno

– Si tú fueras holográfica y yo fuera holográfico,
¿mi amor por ti sería holográfico?
– Supongo.
– No po. Mi amor por ti siempre es real.

(Agosto 2, 2005)

– Hola, ¿cómo estás? –le dijo mi amigo.

La mesera le contestó con una sonrisa.

– Me traes un fiordilatte para el amigo y uno árabe para mí. ¿Te parece? –me preguntó. Yo le asentí.

La mesera anotó y se fue graciosamente.

– ¿Y cómo te quedó el ojo, viejo?
– ¿Por la mesera tú dices?
– Es muy de tu estilo y no puedes negarlo –me dijo–. Se llama Nina y es brasileña. No tendrá mucha delantera, pero tiene buen porte, pelo negro, ojos verdes y ese culito… ¡Dios mío! Es como la Pops de Mekano.
– O como Angélica –le dije.
– ¿Cuál Angélica?
– La de Ciudad de Dios. La mina que le gustaba al protagonista. Se suponía que era la única mina que fumaba weed  y además daba la pasada.
– ¡Ah, de veras! Media mina. En todo caso, el sueño de todo weón debe ser follar con su mina, después fumarse un pito, después follar con su mina, después fumarse un pito, después follar… Y me acuerdo que al final se la agarraba otro weón. Uno que se parecía a un weón de Mars Volta.
– Bené.
– ¡Ese weón! Que era amigo del Zé Pequeno. Ja, ja.

De pronto irrumpe Nina con los dos cafés.

– Un macchiatto fiordilatte para el señor y otro árabe para usted.
– Gracias, Nina –le respondió mi amigo.

Ahí se fue la mesera moviendo la colita.

– ¿Cachaste como te miró?
– Eh, ¿no? –le respondí.
– Tú tenís una weá con las minas, viejo. Porque sin ser ningún adonis, siempre hai tenido tus fans por ahí.
– No pasa, loko.
– Obvio que no con todas po. Pero hay un perfil de minas a las que le produces algo. O más de uno en realidad. ¿Te acordái de la bitch en el colegio?
– No me recuerdes, por favor –le pedí–. De seguir con ella ahora seguramente tendría sífilis.
– Pero esta brasileña, viejo. Te juro que si te levantas al baño no sales de ahí dentro. Por último yo te presto camisinha.
– No, loko, no puedo. Ahora estoy comprometido.
– ¡Guaa! ¿Y eso de cuándo? No me habíai contado. Menos mal en todo caso. Por fin terminaste con tu parada del sin-compromiso. Yo ya me cachaba que teníai el brígido problema de concebir las relaciones. No teníai ese registro en tu cabeza.
– ¿A ver? –le pregunté tan ansioso como siempre que alguien me habla de mí–. ¿Cómo es eso?
– P’ta, viejo. Era cosa de leer tus textos. Tu concepto de relación era muy extraño. Como que en verdad nunca habían relaciones. Siempre eran dos individuos que estaban unidos por algún interés en común. Siempre un vicio: sexo, alcohol o drogas. Pero nunca se relacionaban en términos reales, de personas.
– Qué brígido lo que me estái diciendo. Pero igual raro, porque yo no escribo cuentos de hace caleta.
– Pero es que yo he leído tu blog.
– ¡Otro más! –exclamé–. Todos las semanas conozco a alguien que lee mi blog y yo no tenía idea. Para más remate como nadie deja comentarios, a lo más tres o cuatro, pienso que le escribo a la pared.
– Yo creo que las paredes son las más leídas.

Me comí el chocolate que venía con el café. Una especie de Vizzio. De Costa. Mi amigo hizo lo mismo, pero antes le dio un beso. Supongo que porque Nina lo había tocado con sus dedos de brasileña rica.

– El otro día –me dijo– fui donde mi primera polola. Hace como tres años que no la veía. En todo ese tiempo la gente cambia. Uno ha cambiado, la mina ha cambiado, pero en el fondo somos los mismos. Y piensas que podría pasar algo de nuevo. Pero también piensas que no. Es como una ilusión, pero a la vez no. Bueno, filo, no importa. La cuestión es que fui a su pieza y veo en un estante unos ositos de peluche que le regalé cuando pololeábamos. Estaban puestos en una forma muy rara. Y le pregunté que por qué estaban así. Entonces la mina va y me dice que todas las noches los coloca en una posición sexual distinta. Porque uno de los ositos era ella y el otro yo. Era como vudú la weá. Se suponía que ambos íbamos a tener buena suerte sexual si ella seguía con ese ritual. Después me dijo: «Tócalos». Y yo los toqué. La textura era muy rara, así que saqué uno y caché que no estaba relleno con el clásico poliéster. Me dijo: «Ábrelo por el lado». Lo revisé y me fijé que tenía un hoyo. Metí el dedo y saqué un condón de dentro. La weá estaba rellena de puros condones. Entonces miré a la mina y me sonrió. Agarré el otro osito y tenía otra textura. Busqué el hoyo y caché que estaba relleno de pastillas anticonceptivas. La mina me dijo que era para que ninguno se mandara el condoro. Igual fue cómico…
– La mina divertida –le dije con una sonrisa–. ¿Y qué onda con ella?
– Me la comí.
– ¡Ya!
– Viejo, es la ley de la vida: el ex siempre se come a la ex. Además estaba pasando por un mal momento con su actual pololo y ya que tenía un oso lleno de condones…
– ¡No weí! –lo interrumpí– ¡No me podís decir esas weás po! No ahora. Me cagaste toda la volada. ¡En qué mierda de mundo estamos viviendo!
– Viejo, mierda o no: así es la vida. Parece que hai visto muchas películas de Disney últimamente.
– Loko, yo me crié en un colegio donde había otra clase de valores. No por nada me metí a PUC. Además que soy católico confirmado.
– Y Santo Posmoderno –agregó–. ¡Adónde la viste, viejo! Si tú hai hecho weás mucho peores que eso. Si uno pensara tanto las cosas antes de hacerlas obvio que no pasarían. Pero ¡quién piensa! A ver, dime, ¿quién piensa?
– No sé, loko. En el mundo de hoy la gente desea y actúa. El deseo es la ley. A la gente le gusta alguien y al tiro se lo quieren agarrar. Loko, ¿sabís cuántas minas que me gustaban he rechazado? A varias. Es que no te podís dejar llevar sólo por el impulso. Obvio que hay otras weás más importantes.
– Viejo, estái loco. Si en verdad crees lo que me estás diciendo, con razón tenís una visión tan deformada de las relaciones. Te las dai de posmoderno y eres como del siglo I a. C.
– Me da lo mismo tu weá súper promiscua posmoderna. Admito que tampoco soy ningún santo, pero cuando me mando cagadas las hago por decisión propia. Es como dice el aforismo ochenta y tres de "El Arte de Prudencia". Lo perfecto peca de no pecar, así que hay que equivocarse de repente. Pero lo otro es muy distinto. No se puede confiar en nadie así. Si todo es deseo, nada es decisión. Por eso la gente dura casada menos que un chicle.
– Viejo, pensái mucho.
– P’ta, demás. Pero a la shit. Cuando me vaya de este café me voy a despedir de tu Nina. Le voy a dar las gracias por su atención. Y la voy a tratar como un ser humano. No como tu objeto de deseo sexual.

Mi amigo se rió.

Media hora más tarde dejamos el lugar. Y no le di las gracias a Nina.

Porque se me hizo. Se me hizo, todo el rato.

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El juego, la vida y el hombre sabio

In Diario de vida on 26 julio, 2005 por santoposmoderno

Deberías suicidarte de vez en cuando, Javier.
 – Coté, polola de Benjamín (2005)

Me apoyé en una fachada de esos edificios altos que están en calle Nueva York. Ya había paseado por París y Londres este mismo día. Estaba exhausto de tanto viaje. Además que tenía un sabor extraño en la boca después de comer esas empanadas de queso cremoso.

Me acordé de Maintencillo y pensé que José hubiera hecho algo mucho mejor que eso.

Sólo me apoyé a mirar esa fuente que estaba en medio. Últimamente el destino había estado jugando con la vida.

La vida. Ese concepto tan inasible al que yo me había acostumbrado a analogar con el del juego.

Para Winnicott el juego se produce en la zona intermedia entre el yo y el no-yo. El mismo lugar donde reside la ilusión, y las creaciones culturales. Una importancia de esto es lo que decía el profe de Personalidad. El juego es aquello que es en serio y no es en serio al mismo tiempo. No hay nada más aburrido que tomarse un juego a la ligera, ni más desagradable que tomárselo demasiado a pecho.

¿Era así la vida para mí? En mucho sentidos parece que sí.

El otro gran consejo venía del maestro Yoda: «The fear of loss is a path to the dark side».

Para mí el dark side no es otra cosa que sufrir la vida: si tienes miedo de perder vas a sufrir. Así, la vida es un juego en el que vas a sufrir si tienes miedo de perder. Por eso no hay que tomársela demasiado en serio, ni demasiado a la ligera.

El punto se complica cuando crees que puedes morir. Eso es miedo a perder. Pero al parecer es un miedo a perder que se justifica en tanto se acaba el juego mismo. Ahora pensaba en que mi padre se podía morir. Así se lo vaticinaron las cartas a una señorita que yo conocía. No creería en el presagio si no me hubiera adivinado una gran verdad que yo no le había contado a nadie.

Cuando supe lo de mi padre lo llamé para contarle inmediatamente. Mi padre no se lo tomó a la ligera. Quizás tampoco demasiado en serio. En estas cosas no hay mucho que uno puede hacer.

Estaba pensando en si debía temer o no. Mirando la pileta.

Las estatuas que estaban al medio tirando agua me dieron una extraña sensación. Además que yo estaba pre-ocupado. Pensé: «Al menos estoy vivo. Y viviendo la vida. No como esas estatuas que están quietas por siempre. Para siempre».

–Oye, tú –me dijo una voz al lado.

Me volteé. Era un viejo con cara de normal.

–¿Sí?
–Te voy a decir algo. Imagina que se cumple el deseo más grande de tu vida.

Quise pensar en lo extraño de la situación. Pero no lo hice. Pensé en el deseo más grande de mi vida. No se me vino nada a la mente. Así que miré al viejo nuevamente. Le sonreí, esperé unos segundos y supe que debía seguir pensando. Ahora volví al pasado. Recordé esa navidad que me regalaron el Sega Master System II. Cuando abrí el regalo lo tuve que cerrar de nuevo. Era tanta la impresión que no podía creerlo.

–¿Lo tienes? –Me dijo.
–Lo tengo.
–Ahora captura ese momento. Déjalo quieto, inmóvil. Que no se vaya el sentimiento de júbilo. Tu máxima felicidad en un instante.
–Sí, sí, lo tengo.
–Eso, eso es una estatua.

No quería admitirlo, pero tenía mucho sentido. Parece que este viejo sabía algo. Para esos momentos yo todavía no sabía que mi padre lograría romper el hechizo de su sino. Así que quise escuchar al viejo.

–¿Quién es usted? –Le pregunté con el mayor cliché del mundo. Sabía que estaba siguiendo el guión de alguna escena de alguna película.
–Soy el hombre sabio.

Así que por fin me visitaba el hombre sabio

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Quisco 1.0

In Diario de vida on 21 julio, 2005 por santoposmoderno

Hace días ya que volvimos de Quisco 1.0. Sólo estaban faltando las fotos. Pero he aquí. Para el disfrute, digamos.

Estuvo increíble el paseo. No queda más que agradecer a Paulita, nuestra anfitriona.

Linda ella 🙂

Estuvo de cumpleaños el lunes, así que ¡muchas, muchas felicidades!

Y hablando de cumpleaños, también saludos para Vilaboa que estuvo de cumpleaños el martes. Y que lo llamamos como a las 4 y media de la mañana. Ja, ja. Buena onda, Gabrielín 😉 Estuvo simpática tu celebración.

Sería todo por ahora. Próximamente muchas más sorpresas. Manténganse en sintonía…

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Etwas vom ersten Semester in der PUC

In Diario de vida on 11 julio, 2005 por santoposmoderno

Se supone que esta información es segura y confidencial, pero a pedido de Pato Meneses he decidido hacerla pública. Si algún académico de PUC llegara a dar con este blog algún día, seguramente sería mi fin. (Sí, claro).

Estos son los textos que adjunté a la evaluación docente que hacen en PUC cada fin de semestre. De alguna manera reflejan mi experiencia en estos cursos. Más de alguno se sentirá identificado. A otros, espero que les sirva como sugerencia o advertencia cuando tengan que tomar (o no) alguno de estos ramos.

Teoría Psicoanalítica I

Master Kol’Om-ah llega a la sala y se sienta frete a todos sus padawanes. Ellos lo miran atentamente mientras saca sus dos palillos de tejer. Entonces Master Kol’Om-ah elige el borde de algún objeto y comienza a destejer y retejer la realidad. Por ejemplo, desteje la pizarra y la convierte en un gato. Cuando alguno de sus padawanes le objeta algo, Kol’om-ah toma el argumento con sus palillos y lo teje en un zapato o en un kamikaze.

Kol’Om-ah es el maestro que nos libra del lado oscuro de la fuerza. Porque su pensamiento psicoanalítico restablece nuestra relación con el deseo. El sistema del curso nos crea la pulsión de volver a papi Freud. Introducirnos en las oscuridades de lo universitario. Dar cuenta de lo ominoso.

No hay quejas hacia el maestro. Sólo hacia aquellos que no pudieron comprenderlo. Ojalá ellos puedan encontrar cobijo en el regazo de aquel proyecto del FBI conocido por su acrónimo E.T.Y. Nosotros sigueremos tras los pasos del pseudo-narcisismo de aquel que nos muestra que «impossible is everything».

Personalidad

Al final del curso muchos querían ser el falo de Mauri. Porque la vida puede dividirse antes y después de Personalidad. Cuando nos pregunten de qué se trata un libro o una película, lo primero que uno dirá será: «Se trata de un obsesivo que conoce una histérica que…». La experiencia de conocer personas ya nunca volverá a ser igual. En vez de relacionarse con personas, uno se relaciona con estructuras. Recuerdo que en los pasillos de San Joaquín nos burlábamos de nuestros compañeros diciendo: «Ah, es que tú no estás con García». Su estilo tan particular de hacer clases, yo diría del tipo «selbstverständlich», que después de cada razonamiento nos dice levantando ambas cejas: «Obvio, ¿no?» De alguna forma uno ha quedado traumado por el golpe psicoanalítico. La vida dejó de ser como antes. Ahora uno no puede encontrarse en paz porque se sabe "en falta". Se ha reinstaurado la conexión con el deseo. Ahora uno «ES» deseo. Es algo triste, debo admitir. Es como salir de la cueva de Platón y cegarse por la luz del sol. Pero incluso en eso García se comportó como un buen maestro. La historia de los samuráis al final del curso fue como las pastillas que Morpheus le ofrece a Neo. O tal vez el recordatorio del apremio de la vida. Ambas podrían verse en el mismo sentido, o en sentido contrario. Me tiendo a inclinar por lo del «apremio de la vida». En fin, Personalidad nos ha tocado bien en el fondo. Y no exagero cuando digo que desde hoy podemos llamarnos con orgullo «samuráis» o «garcianos».

Métodos de Investigación en Psicología

Quizás sea una buena idea replantearse completamente el concepto de las clases expositivas. Como una vez dijera Einstein: "si buscas resultados distintos, no hagas siempre lo mismo".

Porque está más que claro que los cursos que intentan pasar todas estas materias de "sentido común" no tienen mucho éxito con las neuronas hambrientas de los jóvenes. Es cosa de figurarse como decrecen las asistencias en el tiempo. (Esto me recuerda a las clases de Psicología Evolutiva). En fin, debe haber otras formas de traspasar estos conocimientos a los alumnos sin que se queden dormidos.

Respecto a las ayudantías. Esas sí fueron un muy gran aporte. La Pacita es demasiado linda. Un agrado asistir a sus explicaciones y copiar los cuadros conceptuales que hace. Es tan simpática que le daría un besito en la punta de la nariz. Pero eso escapa a la incumbencia de esta encuesta…

Antropología Cristiana

El cura Tagle es un sujeto muy mediático. Nunca olvidaremos sus: «bueeeno» al llegar a la clase. Las correcciones de las pruebas fueron siempre una dificultad que superar. Porque más que el contenido, se evaluaba la forma. Si tenía introducción y palabras bonitas estaba buena. Supongo que serán los retazos de España. ¿Alguna sugerencia al curso? Sí, obvio, tengo varias. En primer lugar, leer textos de fuentes directas. Aunque sean textos de Bentué. ¡Ya basta de resúmenes! Esos los podemos hacer nosotros si nos urge. Se supone que uno entra al curso a aprender Antropología Cristiana, no a hacer presentaciones de la píldora del día después. Okay, no soy tan ingenuo para desconocer que detrás de esas presentaciones estaba la semilla de la discusión posterior y la posibilidad de develar el secreto cristiano-antropológico. Pero aún así, hubo algo que no me dejó conforme. No hay que ser Einstein para darse cuenta. (Y no me refiero al panteísmo spinoziano).

Tal vez la culpa fue mía al elegir un TTF en vez de un TAD o algo que suponga más profundidad. Pero es que había quedado conforme con Iniciación Bíblica el semestre anterior y pensé que también podría aprender algo en esta oportunidad. Fue poco, debo admitirlo. «Bueeeeno».

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Visos de amores posmodernos

In Diario de vida on 9 julio, 2005 por santoposmoderno

In Greek, there are two words for love: eros for possessive love, and agape for selfless love.
In the New Testament, there’s only one word for God’s love: agape. For centuries, the Bible was read in Latin translations. But there’s no word in Latin to translate agape. So for centuries, eros and agape were confused.
We misunderstood the meaning of God’s love.
Jérôme a Elisabeth, «L’amour à mort»

Layer 01

–Uuy. ¿Qué pasó?
–Era esta mina. Me llamó para que nos juntáramos a almorzar. Le dije que no porque estaba haciendo otra cosa. Y me responde como: “Ah, bueno…”. La mandé a la cresta no más. Igual soy pesado con ella…
–No, cállate. No sigas hablando. ¡Es demasiado triste! No puedo seguirte escuchando.

Cinco minuto más tarde.

–En realidad, tenís razón. A las minas hay que hacerlas sufrir no más. Ellas se las buscaron. Para qué se enamoran del hombre equivocado…

Layer 02

«Sí, esa cuestión me pasó en cuarto medio con una mina. Cachái que no nos hablábamos, pero yo la miraba todo el día. Me ponía así sobre la mesa y la seguía con la vista todo el rato. No podía parar de mirarla. Te juro que la amaba.

»Y ella como que se daba cuenta. De repente me miraba de reojo. Y yo la miraba de vuelta. Pero era sólo mirarnos. Porque nos juntamos un par de veces y no nos decíamos nada. Era un absurdo. No podíamos hablar ninguna weá coherente.

»Un día al final de cuarto medio yo fui a su casa. Entonces entro y la mina no cachaba que hacía yo ahí. Le dije: “¡Te vengo a buscar!”. Y voy y le doy un beso. Y le digo: “No quiero dejar de verte”. Y ella me dice lo mismo.

»Te digo esta cuestión porque ahora yo estoy pololeando con otra mina. Pero a esta weona no la amo, ¿cachái? Con esta mina puedo conversar, salir a carretear. Nos curamos heavy. Con mi mina nos encanta emborracharnos. Y después tenemos sexo. Cómo no va a haber algo más rico que despertarte en la mañana después del carrete y tener sexo con tu polola. Weón, es la raja. Pero, puta, no la amo, ¿cachái? Soy un bastardo. Pero ya me estoy acostumbrando. La he mandado a la cresta como mil veces. Le he tirado todos sus defectos en la cara. Pero la loca me ama y, weón, la weá igual te satisface.

»¿Que qué pasó con la otra? Bueno, después del colegio nunca más la vi. Un día, como dos años después, me invitó a su cumpleaños. Yo fui pero ella ya estaba pololeando. Y yo me puse a mirarla igual como lo hacía antes. Y ella estaba con el pololo pero me seguía mirando de reojo. Porque ese era nuestro juego. Sólo mirarnos…»

Layer 03

–Es que no quiero. Porque nuestra relación es muy exquisita. Y temo que cuando le pongamos nombre, la cosa pueda cambiar. Porque “pololear” es una institución y significa: llamados telefónicos, cena con los suegros, no poder tirar con otras minas, etcétera. Y en verdad me gusta demasiado como es y temo perderlo si lo transformamos en eso otro.
–Mira, te voy a decir una cosa. Yo te entiendo perfectamente y de hecho estoy muy de acuerdo contigo. Pero cuando recién te estábai quejando de que la mina no te daba la pasada es precisamente porque no le has pedido pololeo. Las minas son como cómplices con sus mamás. Necesitan presentar al pololo para después decirle a la mamá que vayan al ginecólogo y les receten pastillas. Porque tú cachái como es el chileno. En general no usa condón. Y las minas se urgen demasiado en lo de quedar embarazadas. Si no le pedís pololeo, la mina no va ir al ginecólogo por su cuenta. La mina está igual de caliente que tú pero sin pastillas no te va a dar la pasada ni cagando. Es así de simple…

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The Revenge of the Sith Posmoderno

In Diario de vida on 30 junio, 2005 por santoposmoderno

I can feel your anger.
It gives you focus,
makes you stronger.

– Senator Palpatine a Anakin Skywalker, «Star Wars: Episode III»

A long time ago in a galaxy far, far away…

–Mamá, tengo hambre.
–Anda a la cocina y prepárate algo.

Era obvio. ¡En qué estaba pensando! Si tengo hambre el refrigerador me saciará. Escogerá los alimentos más ricos de todos, me los preparará como sólo una nevera puede hacerlo y me los servirá en un plato sobre la mesa.

Voy a la cocina.

Quiero algo rápido. ¡Ya sé! El amigo que nunca nos defrauda: el sándwich. Máxima expresión culinaria del folclore criollo. Cuántos fat gringos desearían poder cambiar su McShit por nuestros:

  1. barros luco
  2. ave pimentón
  3. churrasco palta.

Entonces abro el refrigerador. Busco qué puedo echarle al pan. Okay, sí, ¿por qué no? Margarina. Que dice… Bonella light.

¡Ah no! ¡Qué asco y weá! Light. Si hay una cosa que desprecio con toda mi alma es la comida light. No empezaré aquí a detallar toda la desconfianza que le tengo a ingerir todos esos químicos cancerígenos como tartrazina, amarillo crepúsculo, BHT… (sorry, dije que no iba a detallar).

Está bien. Paso. No es necesario que le ponga margarina al pan. Puedo ponerle, por ejemplo, mermelada. Ya sé que no me gusta mucho, pero nunca podría despreciar un exquisito pan con mermelada de damascos Watts… ¡light!

¡Suficiente!

Si creen que voy a comer esa comiducha baja en aporte nutricional están muy equivocados. Prefiero morirme de hambre. Me rehúso a probar esa mugre para esnobs que creen que van a bajar de peso. Menos aún si sé que light en Chile significa: aditivos; y no: bajo en calorías.

Filo no más. Voy a comerme el pan solo.

–¡Mamá! –grité–. No hay pan.
–¡Sí hay! ¡Uno en molde que está afuera de la panera!

Obvio que en molde tenía que ser. Atrás quedaron los viejos tiempos de las marraquetas. Es lo que me pasa por vivir con dos mujeres.

¡Aquí está! Pan en molde «Ideal…» ¡qué! ¿Diet?

¡Ah, no! Ahora hasta el pan es parte del light side. Esto es una ofensa a la cultura. ¡Oh, sí! Creo que comienzo a recordar. Todo comenzó aquella vez que mi hermana y mi madre hablaban de que empezarían a comprar todo light:

–¡Pero mamá! No podís comprar esas leseras.
–¡Ah, claro! Porque tú erís flaco –se entrometió mi hermana–. Yo estoy guatona. Voy a perder mi figura.

The fear of loss is a path to the dark side.

Recordaba esa discusión como si hubiese sido ayer.

De hecho, fue ayer.

Pero es una situación que no pienso tolerar. Me vengaré de su insolencia.

–¡Isi! –le grité a mi hermana–, ¿quieres que te prepare un té?
–¡Ya! Con sacarina, porfa…

Sí, vieras toda la sacarina que le voy a poner. Now you will experience the full power of the dark side. ¿Cuánta azúcar le pongo? ¿Tres, cuatro? ¡Ah! Y obviamente su cuchara de crema 100% calorías.

–Toma, Isi –le dije al llevarle el té a su pieza–. Te lo corté con leche ultra-descremada.

Mi venganza era demasiada. Ahora pagarán por condenarme a la inanición. Por humillarme de esa manera tan vil.

–¡Isita! –le gritó mi mamá a mi hermana del baño–. Subí dos kilos. Yo creo que vamos a tener que comprar más productos light en el supermercado.

¡No, mi perdición! Y frente a la TV, mi hermana alabando la buena idea de mi mamá.

So this is how liberty dies, with thunderous applause…

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Prueba de Métodos

In Diario de vida on 21 junio, 2005 por santoposmoderno

– Listen, asshole–
– No, you listen, you little bitch. You hang up
on me again, I’ll cut you like a fish, understand?

 – Casey al asesino, «Scream»

4:40 PM. Comienza la prueba de Métodos de Investigación en Psicología. La gente busca sus asientos, guarda sus apuntes, saca sus calculadoras.

El profesor pide un poco de orden.

– Saquen tres hojas y pónganle nombre.
– ¡Y por qué no te separái voh en tres partes y te ponís nombre! –grité.

El silencio sepulcral. La ayudante me mira con los ojos muy abiertos, como incrédula. Con sus labios tan lindos que me darían ganas de darle un beso. Sin lengua.

– ¿Disculpa? –pregunta el profesor.
– Eso po –le digo–. Sepárate voh en tres partes y te ponemos nombre.

Uy. Creo que no le gustó la talla. Y a mí lo que me da más pena es que después de esto ya perdí toda posibilidad con la ayudante.

– ¡Estoy chato con tus pruebas! –Le grite–. No te deseo mal, pero ojalá apareciera un chileno–mapuche y te hiciera un machitún. Y que cuando lleguí a tu casa, tu identificación con el endogrupo descienda bajo la media. Y después tengaí que aplicar una actitud de reparación hacia el exogrupo para que tu culpa colectiva se apacigüe.

Pasaron unos cinco segundos sin que recibiera respuesta alguna.

– Por favor –dijo el profesor mirándome con frialdad a los ojos–, díganle a su compañero que se retire de la sala.
– ¡Me voy po! Me voy yo solo si quiero. No sea cosa de que al curso le baje una vergüenza colectiva tan grande que la desviación estándar sea igual a cero. ¡Ah! Pero te voy a decir una cosa –le dije apuntando con el dedo a la ayudante–. Yo no me voy de aquí sin ella.

En mi fantasía, la ayudante se sonrojaba y miraba al profesor con pudor. Le decía: «Bob, creo que lo prefiero a él». Entonces yo la tomaba en brazos y salía volando con ella por la ventana. Mientras algunos compañeros estiraban unas ramas y aclamaban: «¡Bendito el que viene en nombre del Señor! ¡Hossana en las alturas!» (Cf. Mc 11, 9s.)

Sin embargo, en la realidad, el profesor le dijo algo a la ayudante que yo no alcancé a oír. Ella asintió con la cabeza y me dijo: «Salgamos afuera».

Salimos afuera.

Se acercó a mí y me instigó: «¿Qué pasó, Javier?». Tenía sus ojitos muy grandes y muy lindos. Tan lindos que les hubiera dado un lengüetazo.

– No cacho, Pacita. [He aquí un alcance de nombre.]
– Mira, lo que hiciste es muy grave. En la Universidad eso es considerado como causal de eliminación. Lo más probable es que te hayas echado el ramo.

Una pausa retórica.

– Yo podría hablar con R…
– ¡A ver! ¡Momentito! –La interrumpí–. Ehh… ¿cómo te llamái?  ¡Ah sí! Pacita y weá. Te voy a decir una sola cosa y no te la voy a mandar a decir con nadie: o te sometes ahora mismo a mi fantasía sexual o le digo a todos que tu papá es un travesti que se para en la esquina de Guardia Vieja con 11 de Septiembre.
– ¡¿Qué?!
– Mira, Pacita, te estoy dando una –"comillas"– posibilidad de salvar tu vida. A menos que quieres que te desolle a lengüetazos.

El que calla otorga.

– Lo que tienes que hacer es lo siguiente: Cierra los ojos y estira la boca.
– ¿Estái loco que voy a hacer eso?
– Sí.

La observaba en silencio. Su mirada había cambiado completamente. Se sentía confundida y agredida a la vez.

«¡Excelente! ¡Perfecto! Eso es todo, Javier. Muchas gracias por tu colaboración.»

Era el profesor Armijo que salía de dentro de una máquina de bebidas falsa. Traía una cámara de vídeo en la mano.

– María Paz, discúlpanos por utilizarte con sujeto de nuestro experimento. Es una investigación que estoy haciendo acerca de la reacción de los ayudantes en casos extremos. Me gustaría que pasaras por mi oficina y rellenaras un cuestionario sobre lo que sentiste cuando…