A pink odyssey

¿Sabes qué hago si me siento poco original? Hago un ruido o algo que nadie haya hecho antes. Y entonces vuelvo a sentirme especial, aunque sea por un segundo.

– Sam, «Garden State»

Hacía tiempo que no salía tan abatido del metro. Era la frustración de no poder. Eso cuando la satisfacción de tu deseo depende de otra persona. Y no sólo de que te de el beneplácito, sino que además esa persona quiera también.

Voy demasiado rápido. Aún no les he explicado nada.

Recapitulo: Me subí el metro para irme a mi casa. Día viernes, siete de la noche aproximadamente. Estación San Joaquín. Me senté en el piso como de costumbre. Pero cuando levanté mi mirada vino la taquicardia. En esa cuestión de segundos, digo de centésimas –¡o incluso milésimas!– de segundo. ¡Ta-ta-ta! Te da miedo que si el corazón te sigue latiendo así te vaya a romper el pecho y caerse al suelo.

Se trataba de la publicidad de Epson. Aparecían cuatro pulp@s de diferentes colores. Estaban en orden. El tercer lugar lo ocupaba un@ de color rosado. Para mí no era cualquier pulp@: era Rosadit@.

Yo sabía que quería de Rosadit@. Quería que nos vaciláramos "Little L". Así que me levanté del suelo y me puse al frente. No le hablé nada. Sólo estiré mi brazo y comencé a acariciarl@ con el dedo. Rosadit@ ni se inmutaba. No me pescaba ni en bajada.

La pregunta que me asaltaba era: ¿por qué Rosadit@ no daba señales?

Me senté nuevamente a meditar el asunto. Le eché una mirada y creí haber hallado la respuesta: el problema de Rosadit@ radicaba en su ontogénesis.

Rosadit@ no tiene órgano sexual. No es ni hombre ni mujer. Es simplemente Rosadit@, es decir, neutro. Traté de dimensionar el alcance de esto. ¡En nuestra sociedad nadie puede ser neutro! No existe la neutralidad de sexo. Eres masculino o femenino. La neutralidad no está representada en nuestro imaginario colectivo. Decir que algo es neutro es lo mismo que decir que es un no-masculino. Nunca un no-femenino. Y un no-masculino es frecuentemente tomado como gay.

Entendí por qué Rosadit@ no podía existir entre nosotros. Y lo peor de todo: entendí que nunca podríamos vacilar "Little L" juntos.

Así que me bajé del metro en mi estación posmoderna: Cumming. Y como ya había anunciado: abatido. Creo que no me había sentido tan despechado desde que la Isabel se cambió de casa sin decir palabra a nadie.

Más de alguien estará de acuerdo conmigo: una buena forma de pasar las penas es comiendo. Cuando subí las escaleras me encontré con la señora que vende arrollados primavera a cien. Así que le compré cinco y me fui malcriándome.

Pasé por el quiosco de la esquina.

–Hola, Sra. Eulalia. ¿Cómo le va?
–Muy bien, mijito. ¿Cómo está su mamita?

[bla, bla, bla… resumiendo:]

–¿Me da un sobre?

Me fui a mi casa abriendo el sobre de láminas. Todos los días me compro uno esperando completar el álbum algún día. Me venían cinco láminas dentro: tres de ellas repetidas. No tenía: "Laboratorio de Pavlov" y "Animus".

Parece que eso de estudiar psicología me está fanatizando un poco. Tengo 20 años y todavía compro álbumes Panini y colecciono las láminas. Me lo justifico a mí mismo diciendo que es el álbum que hay que coleccionar.

Como todo álbum hay figuritas más repetidas que otras. En el caso de este álbum: "Skinner". Pienso que de cada tres sobres que compres te viene al menos un "Skinner". Si tienes mala suerte, te pueden venir hasta dos en un mismo sobre.

Otro súper repetido es "Reich". Y de las cartas difíciles de conseguir están: "Sincronicidad" y "La ventana de Johari", entre otros.

Cuando llegué a mi casa pegué mis láminas y conté las que me faltaban: 52. Espero que algún día pueda terminar el álbum y enviar el cupón para participar en algún sorteo. En el peor de los casos me gano un TEPSI.

Después de pasado un rato contemplando el álbum me vino el insight. Me di cuenta que ya no debía sufrir más. Filo si Rosadit@ no podía vacilarse "Little L" conmigo. Ya vendrán otros tiempos.

Tomé mi "A funk odyssey", lo puse en la cididera y me puse a vacilar yo solo.

Filo y weá.